77) LEY DE LA ATRACCION - Tener paciencia

A través de la investigación que voy haciendo, he ido relatando una serie de pasos que debemos ejecutar paulatinamente, para poder ejercer a nuestro libre albedrío el poder de la ley de la atracción.

 

Y dentro de esos pasos que se deben dar, luego de pasar por una serie de etapas en nuestra evolución espiritual (ver el artículo titulado “Nº 50 - Entenderla y no comprenderla”), veremos cómo hace su aparición “la paciencia”, que más que un paso es un estado del ser, porque no se limita a un momento en particular, sino que se prolonga en el tiempo.

 

Ya he comentado que uno de los últimos pasos es el desapego (ver el artículo titulado “Nº 29 - El desapego”), que es donde uno ya realizó el pedido al Universo y se desentiende del mismo, no porque se olvide, sino para dejar el trabajo final en manos de Dios; mientras que a nosotros sólo nos queda esperar el momento en el cual se cumplirá nuestro deseo.

 

Pero ese desapego debe ir acompañado de nuestra parte con la aplicación de la paciencia, porque de lo contrario por más que hayamos hecho todos los demás pasos bien, si mostramos impaciencia estaremos flaqueando en nuestra fe.

 

Paciencia en saber que vendrá sí o sí a nosotros, aún cuando no sepamos el momento preciso, ni de qué forma o por medio de qué vías o personas se materializará dicho pedido.

 

Pero antes de continuar, citaré algunos versículos de la Biblia que tratan sobre la paciencia:

 

Según el Evangelio dice en Romanos 5,3-5:

 

3- Incluso no nos acobardamos en las tribulaciones, sabiendo que la prueba ejercita la paciencia,

 

4- que la paciencia nos hace madurar y que la madurez aviva la esperanza,

 

5- la cual no quedará frustrada, pues ya se nos ha dado el Espíritu Santo, y por él el amor de Dios se va derramando en nuestros corazones.

 

Según el Evangelio dice en Galatas 5, 22-23:

 

22- En cambio, el fruto del Espíritu es caridad, alegría, paz, comprensión de los demás, generosidad, bondad, fidelidad,

 

23- mansedumbre y dominio de sí mismo. Estas son cosas que no condena ninguna Ley.

 

Según el Evangelio dice en Santiago 5,7-8:

 

7- Tengan paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor. Miren cómo el sembrador cosecha los preciosos productos de la tierra, que ha aguardado desde las primeras lluvias hasta las tardías.

 

8- Sean también ustedes pacientes y no se desanimen, porque la venida del Señor está cerca.

 

Según el Evangelio dice en Hebreos 10,36-37:

 

36- Es necesario que sean constantes en hacer la voluntad de Dios, para que consigan su promesa.

 

37- Acuérdense: dentro de poco, muy poquito tiempo, el que ha de venir llegará; no tardará.

 

38- Mi justo, si cree, vivirá; pero si desconfía, ya no lo miraré con amor.

 

Luego de leer estos versículos verán cómo ese “rompecabezas” (como yo llamo a veces a la ley de la atracción) empieza a armarse y a encajar naturalmente cada pieza.

 

Desde el comienzo he dicho que el secreto en todo está por tener en primer lugar una mentalidad positiva, para de esa manera tener sólo pensamientos positivos, o reemplazar los negativos inmediatamente por sus equivalentes opuestos.

 

Y la paciencia vendría a evitar el nacimiento de pensamientos negativos, al no desmoralizarnos ante el “atraso” en la materialización de nuestros pedidos.

 

Ahora, ¿por qué hablo de la paciencia?. Porque este tema me llegó por medio de un mensaje (ver el artículo titulado “Nº 74 - Mensajes y comunicaciones”). A continuación desarrollaré dicha experiencia para luego analizar sus componentes:

 

La semana pasada iba manejando acompañado de mi esposa por la Av. J.B. Justo (esta está compuesta por una doble mano de tres carriles cada una y separadas en el medio por un cordón-cantero).

 

Cuando estaba por llegar a la bocacalle (yo iba por el carril de la izquierda), veo que en el carril del medio estaban detenidos dos autos que habían chocado, por lo menos diez minutos antes (se ve que el auto de adelante había frenado por el semáforo y el de atrás se lo había llevado puesto).

 

Y si bien el semáforo me permitía continuar detuve mi marcha, porque “justo en ese instante”, por la mano contraría venía una ambulancia con el guiñe puesto para doblar hacia donde yo estaba.

 

Ahí me daría cuenta que el chofer del auto causante del choque (el de atrás), le sangraba la frente por golpearse contra el parabrisas (por no usar el cinturón de seguridad).

 

El tema es que, la ambulancia se detiene frente al auto chocado, pero invadiendo parte de mi carril, de tal forma que por sólo 20 cm yo no podía continuar mi marcha.

 

Es decir, estaba atrapado entre los autos chocados, la ambulancia, el cordón y los dos autos que estaban detrás mío y que no retrocedían, como sí habían hecho los demás automovilistas para esquivar el choque y continuar por el tercer carril (el de la derecha).

 

Como el accidente no era grave, llevaron al accidentado caminando hasta la ambulancia para hacerle las curaciones ahí mismo; por lo tanto habían pasado ya 10 minutos y por lo que veía tenían para largo; mientras los dos autos de atrás seguían como panchos por su casa.

 

Ante esta situación me bajé y fui hasta el tercer auto que estaba detrás mío y le pedí por favor que hiciera marcha atrás, así podíamos salir los dos que nos habíamos quedado inmovilizados.

 

De esta manera pude continuar mi viaje; sin embargo unas quince cuadras más adelante pareciera que el Universo me dijo:

 

Así qué eres duro de entender, toma aquí te va esta otra.

 

Y cuando giré sobre la lateral, a la cuadra me encontré con un camión que estaba atravesado sobre la calle tratando de entrar a un galpón, y que ¡oh coincidencia!, no me permitía el paso.

 

En ese momento me di cuenta que las dos situaciones con las que me había cruzado eran un mensaje, y a diferencia de la primera que al comienzo me había ofuscado un poco, en esta, al darme cuenta de que el Universo me estaba hablando a su manera, no me molestó en lo absoluto, aún si hubiera tenido que esperar media hora.

 

Sin embargo le dije a mi esposa, qué querrá decirnos el Universo con este mensaje. Y en ese momento por fin “caí” y me di cuenta, cuando mi señora me contestó:

 

Tal vez nos esté diciendo que debemos ser pacientes.

 

Y éste es un ejemplo de cómo reconocer los mensajes (por una coincidencia); sin embargo interpretar ese mismo mensaje ya no es tan fácil. Si no fuera por mi esposa, por ahí yo solo no me hubiera dado cuenta.

 

Y a continuación (luego de haber entendido el mensaje) pasó algo que no es común: El camionero como no había maniobrado bien y no podía ingresar al galpón, fue hasta la esquina que estaba a unos 20 mts (era una calle angosta) y con el brazo me hizo señas de que pasara, para luego volver a intentar la maniobra.

 

En este caso, como sí había entendido el mensaje, no tuve que esperar más de un minuto y el camionero se portó como un señor.

 

Ahora volvamos al primer mensaje (el del choque) y analicemos el mismo:

 

1- Por 2 segundos quedé atrapado por la ambulancia.

2- Por 20 cm quedé atrapado por la ambulancia.

3- Éramos tres los autos inmovilizados. Respecto a esto recuerden las tres etapas que mal he llamado negativas, que preceden a la cuarta etapa, que es cuando uno aprende a aplicar correctamente la ley de la atracción; ya que lo correcto sería llamar a estas tres etapas, de aprendizaje.

 

Y digo lo anterior, porque esos tres autos estábamos en ese momento representando las tres etapas.

 

Pareciera como si el Universo me dijera: Estás al final de la tercera etapa, pero te falta todavía aplicar la paciencia; por muy, muy poco, no pudiste pasar.

 

El Universo siempre se encargará de hacer coincidir sucesos y personas que se nos crucen en nuestro camino, para hacernos llegar esos mensajes que necesitamos; sin embargo permítanme (más como novelista que como investigador), combinando el suspenso con la comedia, auto-preguntarme:

 

¿Cómo se llamaría ese camionero que de espaldas, sacando el brazo por la ventanilla, me hizo señas con la mano para que continuara?

 

A partir de ahora y de aquí en adelante la verdad de la “Palabra” empieza a develarse, el que quiera entender que entienda.

 

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Desde Mar del Plata, Argentina, hacia todo el mundo, Walter Daniel Genga.

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