92) LEY DE LA ATRACCION - La aceptación

Hace tres días que estoy con un nudo en el pecho y es porque el domingo pasado tuve que tomar una decisión, que si bien todavía no se concretó, la misma ya está definida.

 

Este domingo mi perra (raza Boder Collie) que ya venía gruñéndole a uno de mis hijos, finalmente cuando estaban jugando con una pelota, intentó morderle el brazo. Si bien no lo hizo técnicamente, si le apretó con mucha fuerza el mismo, dejándole marcado superficialmente los colmillos.

 

Algunos entrenadores de perros, podrán decir que esta actitud se puede revertir en un 99%, pero yo no puedo correr riesgos con mis hijos, pudiendo en el futuro Aika (así se llama la misma) pasarse definitivamente de la raya y producir algún daño irreparable.

 

Entonces con todo el dolor que esto me produce (recuerden lo que sufrió mi familia cuando mi perra estaba agonizando, según lo ya expresado en el artículo titulado “Nº 63 - ¡Gracias Aika!”), tuve que llamar al mismo muchacho que me la trajo, para pedirle por favor que la ubique en algún campo (él trabaja en uno); porque a esta raza la usan parra arriar ganado y ovejas, para llevarlas a pastorear de un lado a otro y les encanta correr mucho. Por lo tanto en un campo va a estar mucho mejor que si la ubico en una casa de la ciudad (en la mía tenía bastante parque para correr).

 

Como en todos estos casos, cuando sucedió esto me hice la pregunta de siempre: ¿Por qué?

 

Todo ocurre por algo, lo bueno y lo malo, lo dulce y lo amargo. En las cosas positivas como que es lógico, es fácil “el aceptar” lo que está pasando, pero ya cuando hay que analizar las negativas, aplicar el mismo razonamiento ya no es tan sencillo.

 

Cuando más arriba indiqué que mi perra pertenece a una raza que se usa para llevar a pastorear al ganado, me vinieron a la mente los siguientes versículos según el Evangelio de Juan que dice en 21,14-17:

 

14-Esta era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos, después de haber resucitado de los muertos.

 

15-Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro; Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. El le dijo: Apacienta mis corderos.

 

16-Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas.

 

17-Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? Y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.

 

Tal vez esta perrita vino a mí sólo para cumplir inconscientemente una meta, a su manera ella me pastoreó (recuerden la enseñanza que me dejó cuando ella estaba agonizando).

 

Y ahora que se va (obligada) me deje esta otra enseñanza, que todavía me cuesta poder aprenderla y que es la que todos los autores dicen, de cómo se debe enfrentar un hecho negativo:

 

Esa adversidad hay que aceptarla porque de esa manera le quitamos poder. Esto no quiere decir, que no es lo mismo, que nos resignemos, sino que aceptada la misma empecemos a buscar el camino para superarla.

 

Porque en la medida que no la aceptemos será como no querer reconocer que sucedió, que está ahí; y hasta que ello suceda no podremos enfrentar esa circunstancia cualquiera que sea.

 

Hace dos días que no saludo a mi perra, por la bronca hacía el acto que hizo hacia mi hija, pero esta noche cuando regrese a mi casa volveré a saludarla y tal vez así (dejando de lado mi dolor) empiece a tener mi propia aceptación.

 

Gracias Aika, y espero que ahora en el campo sigas apacentando a tus corderos.

 

A partir de ahora y de aquí en adelante la verdad de la “Palabra” empieza a develarse, el que quiera entender que entienda.

 

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Desde Mar del Plata, Argentina, hacia todo el mundo, Walter Daniel Genga.

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