154) LEY DE LA ATRACCION - Abrir el quinto sello (Parte 2)

Nota del autor: Este artículo debido a su extensión fue dividido en dos partes, a ser publicados uno semanalmente. A continuación la Parte 2:

 

Ahora analizaré toda la situación en su conjunto: Tanto el proceso de la conversión de esos pensamientos negativos por sus opuestos positivos y la segunda parte, el beneficio que obtuve como consecuencia de ello:

 

En anteriores artículos yo les relaté dos casos semejantes, donde pasé por la lucha de cambiar el mismo pensamiento negativo durante tres veces, para que posteriormente se cumpliera mi deseo. Me estoy refiriendo a las historias narradas en los siguientes artículos:

 

A) Nº 76 - ¡Vamos Peñarol! y su análisis más profundo en el Nº 105 - Percibiendo la llegada (Parte 1)

Donde deseé que mi hijo se ganará (y lo obtuvo), el sorteo que estaban realizando (una pelota nueva de básquet).

 

B) Nº 106 - Percibiendo la llegada (Parte 2)

Donde deseé que mi hijo se ganará (y lo obtuvo) uno de los sorteos que estaban realizando (una remera de uno de los jugadores campeones de Peñarol).

 

En esas dos historias al igual que en la presente, uno de los denominadores comunes fue durante la primer parte de ese proceso:

 

1º) TRANSFORMAR EL MISMO PENSAMIENTO NEGATIVO (que me producía temor) POR SU OPUESTO POSITIVO, que los reitero a continuación:

 

En el caso A): Temor a que le pasara algo a mi auto.

En el caso B): Temor a que le pasara algo a mi hijo.

En el caso C): Temor a que me pasara a mi algo negativo.

 

En relación a estos pensamientos negativos, les recuerdo también un análisis que hice en el artículo titulado “Nº 127 - Apacienta mis corderos”, donde dejo plasmado algunas hipótesis: 

  1. Esa trilogía de pensamientos negativos van subiendo en intensidad: Si mi hipótesis es correcta y con ello está denominando a los pensamientos negativos, una conclusión lógica sería que, el primer pensamiento de miedo es más pequeño (los corderos); mientras que a éste le siguen dos pensamientos de miedo más poderosos o adultos (las ovejas).” 

  1. En la conversión de esos tres pensamientos negativos, podríamos estar aplicando sentimientos distintos: “Aquí mi pregunta sería, aparte de cambiar estos tres pensamientos negativos de miedo, por sus respectivos opuestos, ¿habría que aplicar un sentimiento distinto en los tres casos?; ¿qué se nos está queriendo decir con esa diferencia?” 

Respecto a estas hipótesis, en el caso C) pude comprobar respecto a la hipótesis I), que el último pensamiento negativo fue muy grande (el dolor en el pecho); sin embargo no recordé en ese momento la hipótesis II), como para saber si apliqué sentimientos distintos en el nacimiento de los pensamientos positivos que generé.

 

Entonces resumiendo, en esta primer parte del proceso: Debemos cambiar tres pensamientos negativos por sus opuestos positivos, que en sí esto (aunque inicialmente pareciera que fuera así) no es el cumplimiento de un deseo generado por nosotros con un sentimiento de satisfacción, sino que proviene (el desear que no nos perjudique a nosotros o nuestro entorno), como una respuesta defensiva al ataque que estamos recibiendo en ese momento del Ego.

 

Mientras que a partir de la conclusión de la primer parte de este proceso, comienza la conformación de la segunda parte:

 

2º) EL DETERMINAR EL DESEO PROPIAMENTE DICHO:

 

En el caso A): Deseo que mi hijo se gane algo (la pelota de básquet).

En el caso B): Deseo que mi hijo se gane algo (la remera).

En el caso C): Deseo que al día siguiente yo reciba noticias buenas.

 

Aclarando que en los tres casos solicité mi deseo en silencio (Ver el artículo titulado “Nº 94 - En silencio”)

 

Planteado todo esto, vayamos ahora a analizar el último deseo concretado:

 

Cuando me di cuenta que finalmente había vencido a ese pensamiento negativo, sin explicitarlo conscientemente como un deseo, me dije: ¡Mañana tendré noticias buenas!

 

Recuerden que al principio se los hice notar, lo dije en plural; es decir, si yo hubiese dicho: ¡Mañana tendré una buena noticia!, seguramente al otro día Dios me hubiese mandado sólo una noticia y no las dos que recibí.

 

Ahora analizando ello, de la misma manera si yo hice la primer parte del proceso correctamente, también tendría que haber recibido mi premio, si decía que las buenas noticias las recibiría durante el transcurso de las horas que quedaban de ese mismo día.

 

En estos tres deseos cumplidos se presentó un denominador común, que no significa que sea necesario para el cumplimiento de un deseo, sino tal vez mi falta de experiencia. Me estoy refiriendo a que en los tres casos deseé obtener un premio, sin especificar que era.

 

Yo me pregunto, ¿qué hubiera ocurrido (a modo de ejemplo), si en los tres casos en vez de dejar la decisión en manos de Dios, yo hubiese solicitado específicamente ganarme un auto 0 Km?

 

En contrapartida a estos tres deseos indefinidos, si está el caso donde mi esposa se ganó (era su deseo) el cachorro Schnauzer (Ver el artículo titulado “Nº 107 - Percibiendo la llegada-Parte 3”).

 

EXPERIMENTOS VARIOS Y CONCLUSIONES

 

Como siempre digo, mis investigaciones son una constante a prueba y error entro lo que voy interpretando en la Biblia y mis propias experiencias.

 

Así es que he realizado varios experimentos para tratar de entender cuál es el procedimiento correcto.

 

EXPERIMENTO 1: Ante la circunstancia de enfrentar un hecho negativo (ejemplo: se me rompe algo), inmediatamente me digo:

 

¡Algo bueno me está por pasar!

 

Aparte de la actitud positiva de no hundirse ante una contrariedad, el hecho de ser positivo por sí sólo dentro de la adversidad, no trae como consecuencia directa el cumplimiento de un posterior deseo (dejando de lado sí, el beneficio propio que viene acompañado del “Principio de causa y efecto”).

 

Con esto quiero decir que los deseos propiamente dichos, no se cumplirán con el hecho de enfrentar los problemas (un acto físico), sino como consecuencia de aceptar en primer término y luego sí cambiar los pensamientos negativos por sus opuestos (un acto espiritual), que surgirán después del nacimiento de ese problema.

 

EXPERIMENTO 2: En relación y como continuidad del anterior experimento; de nada nos servirá querer crear por nosotros mismos tres veces el mismo pensamiento negativo, para continuamente transformarlo en su opuesto positivo.

 

Es decir, si bien todos los pensamientos negativos son administrados por el Ego, el hecho de que nosotros los llamemos, en sí no dará el resultado que buscamos, porque estos pensamientos negativos deben estar acompañados de un fuerte sentimiento de temor. Y esto último no se puede recrear, a menos que esa sea la intención del reventado de Satanás.

 

CONCLUSIONES FINALES

 

CONCLUSION 1º) Para cambiar los tres pensamientos negativos por sus opuestos, estos deben venir acompañados de un sentimiento de temor de menor a mayor tamaño.

 

CONCLUSION 2º) Los tres pensamientos positivos que aplicamos sobre los negativos deben estar acompañados de un sentimiento de seguridad en lo que se está diciendo (y debería decir también de amor, acuérdense: “amarás a tu enemigo como a ti mismo”).

 

Complementando la anterior conclusión les doy un ejemplo análogo: Por ejemplo, si alguien nos quiere golpear y les decimos ¡no me pegues!, no es lo mismo que si expresamos ¡NO ME PEGUES!

 

Si bien la expresión es la misma, lo que quiero describir con ello es el sentimiento que acompañamos con cada expresión. En el primer caso es como si dijéramos ¡no me pegues tengo miedo!; mientras que en la segunda opción estamos diciendo ¡NO ME PEGUES, porque de lo contrario te voy a partir la cara!

 

Y con los pensamientos negativos pasa lo mismo, no los vamos a convertir por sus opuestos, por el sólo hecho de repetir una expresión como loro, esta debe estar acompañada de ese sentimiento que ejemplifiqué. Lo que no sé todavía, porque no tuve suficientes casos para experimentar, es si en esas tres conversiones aplicamos distintos niveles de sentimientos, de la misma manera que son de distintos tamaños la serie de tres pensamientos de temor que nos invaden, previo a la posibilidad de la concreción de uno de nuestros deseos.

 

CONCLUSION 3º) Toda conversión de un pensamiento negativo distinto al de temor pero hecho con sentimiento, nos traerá algún beneficio aun sin desearlo, un ejemplo es el cambio de un pensamiento de odio por su opuesto que apliqué en el artículo titulado “Nº 116 - Pensando en seguro”, donde al día siguiente recibí un dinero impensado. Pero el denominador común que hallé hasta ahora en la obtención de mis deseos relatados, fue que en todos convertí tres pensamientos de “temor”.

 

Esta investigación es un camino largo, pero cada día me acerco un paso más.

 

Apocalipsis, 1,3:

 

3- Feliz el que lea estas palabras proféticas y felices quienes las escuchen y hagan caso de este mensaje, porque el tiempo está cerca.

 

A partir de ahora y de aquí en adelante la verdad de la “Palabra” empieza a develarse, el que quiera entender que entienda.

 

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Desde Mar del Plata, Argentina, hacia todo el mundo, Walter Daniel Genga.

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