156) LEY DE LA ATRACCION - Los descendientes de Adán (Parte 2)

Nota del autor: Este artículo debido a su extensión fue dividido en dos partes, a ser publicados uno semanalmente. A continuación la Parte 2:

 

Al final del anterior artículo dejé planteado este interrogante:

 

¿Por qué Dios cometió ese error?

 

Para responder al mismo voy a plantear la HIPOTESIS 3º que había dejado pendiente:

 

La Biblia es un libro que nos trasmite enseñanzas metafísicas y utiliza para ello distintas simbologías, que muchas veces resultan contradicciones al leerlas literalmente.

 

Entonces sabiendo que Dios nos trasmite su mensaje, por medio de un “idioma” distinto al que durante dos milenios nos inculcaron que era el correcto (leer sólo las palabras que vemos ante nuestros ojos, sin traducirlas previamente), sólo así comprenderemos que esos “errores” en realidad no son tales.

 

Cuando yo identifico dichas contradicciones, aplico lo que llamo la técnica de la “punta del iceberg; es decir, esos “errores” son una señal donde este “idioma nuevo” quiere salir a la luz, mostrándonos su verdadero significado.

 

Por ello, esos tres errores de sumatorias identificados en la genealogía que transcribí de la Biblia, no son tales; incluso en esas “diez generaciones” que se citan, en realidad no se están hablando de años, ni siquiera de personas físicas, aunque los nombres citados parecieran indicar que es así.

 

Y esos versículos no hablan de personas, porque dichas personas no existieron. De esto último ya hablé en los artículos titulados Nº 111 y 112 - “¿Jesús existió?”.

 

En dichos artículos dejé plasmada mi hipótesis, fundamentada en las mismas pruebas que recolecté de la Biblia, donde expreso que la humanidad comenzó con la encarnación del primer ser humano por medio de Jesús, en el preciso instante en que éste era bautizado por Juan el Bautista; y que como consecuencia de ello todo lo narrado en el Antiguo Testamento no ocurrió físicamente sino sólo mentalmente.

 

La Biblia nos trasmite enseñanzas metafísicas básicamente sobre (lo que denomino la técnica de los 4 elementos):

 

1º) La mente consciente, ubicada en el hemisferio izquierdo del cerebro (Cristo).

2º) La mente subconsciente, ubicada en el hemisferio derecho del cerebro (El Espíritu Santo).

3º) Los pensamientos negativos (1/3 del total), que son los ángeles caídos o demonios.

4º) Los pensamientos positivos (2/3 del total), que son los ángeles leales.

 

Y para ello utiliza tres herramientas o simbologías para comunicar dichas enseñanzas; ellas son sobre:

 

1º) El Universo en general

2º) Sobre la Tierra en particular

3º) Sobre el cuerpo humano en general

 

Normalmente en la mayoría de las “traducciones que he realizado, primero comienzo identificando qué herramienta y/o sobre cuáles de los cuatro elementos está mencionando Dios en esos versículos, para recién después descubrir cuál enseñanza está oculta dentro de dichos versículos.

 

Sin embargo en esta parte del Génesis que estoy estudiando, al día de la fecha, estoy más perdido que turco en la neblina.

 

Al principio, al detectar esos tres “errores” matemáticos, yo me decía esta es una “punta de iceberg”, lo que me resultará fácil detectar de que está hablando; pero a medida que pasaban las semanas (ya hace varios meses que estoy concentrado y experimentando en estos versículos) las respuestas no surgían.

 

Mis experimentaciones comenzaron así: Ponía en la barra de Google 130 800 930 (los datos de la primer generación de Adán) como así también intercalando los datos de las otras 9 generaciones; y combinaba dichos números colocando a su lado de a una vez, palabras que tenían que ver con el Universo en general, con la Tierra en particular, como así también del cuerpo humano. Ejemplos:

 

130 800 930 la Tierra

130 800 930 cuerpo humano

130 800 930 cerebro

130 800 930 lóbulos cerebrales

130 800 930 Universo

 

Esto lo hacia una y otra vez día tras día en infinidad de combinaciones, sin embargo la primer pista que me apareció fue respecto al número 930 (la edad en que murió Adán).

 

Google me decía que 930 era el perímetro (en millones de kilómetros) de la órbita terrestre alrededor del Sol.

 

Fuente de consulta:

http://es.wikipedia.org/wiki/Traslaci%C3%B3n_de_la_Tierra

 

Es decir este era el primer dato sólido que surgía; a partir de ahí me concentré (pero sin dejar de lado las combinaciones con palabras del cuerpo humano), en buscar datos de la órbita terrestre (comencé a colocar en Google números de esa tercer columna, junto con la palabra órbita terrestre) y encontré en la novena generación (Lamec) que el número 777, estaría representando la distancia media del Sol a la Tierra, ya que esta es 777 veces el radio promedio del Sol.

 

Fuente de consulta:

http://es.ciencia.fisica.narkive.com/KaXxTztw/la-herejia-777

 

Y el otro dato que es obvio después de haber identificado los dos primeros (tan obvio que otros lo han dado como posibilidad antes que yo), es que el número 365 indicado en la séptima generación (Hecnoc) representaría la duración en días de la traslación de la Tierra a lo largo de su órbita alrededor del Sol. En este caso no cito ninguna fuente de información porque este dato es conocido por todos.

 

ACLARACION AL MARGEN: Si bien un año terrestre no dura exactamente 365 días, de la misma manera que la órbita lunar no es de 28 días enteros, he aprendido que Dios nos comunica sus mensajes por medio de simbolismos, utilizando las cifras redondeadas que tenemos incorporadas en nuestro conocimiento como dato cierto.

 

Al principio cuando identifiqué estos tres datos que se correspondían de una u otra forma a información de la órbita terrestre (traslación) alrededor del Sol, me planteé la siguiente hipótesis:

 

De las tres columnas de información (en números) que se vuelcan en estos versículos, la tercer columna podría estar indicando datos de la órbita terrestre alrededor del Sol.

 

Sin embargo después de varios meses no he podido encontrar más que esas tres “coincidencias” ya comentadas.

 

Mientras que de las dos primeras columnas numéricas, no tengo ni siquiera un indicio que me dé una idea de qué quieren decir esos otros números.

 

Ahora volvamos a lo que hallé hasta ahora, tres coincidencias de datos de la órbita terrestre.

 

Esto me quiere decir que esa tercer columna ¿efectivamente contiene todos datos de la órbita o es sólo una coincidencia?

 

Esa respuesta podría ser: Sí, en realidad podría estar dando datos del cuerpo humano (a modo de ejemplo); pero y aquí es lo importante:

 

¡Todos ya sabemos que las coincidencias no existen, son sólo un medio por el cual el Universo nos trasmite un mensaje!

 

Por lo tanto, basándome en esta última premisa, esa tercer columna de números tendría que estar dando en los diez casos, datos de la órbita terrestre. Pero si es así ¿por qué no puedo encontrar más indicios en las otras siete generaciones que me quedaron pendientes?

 

Es decir, hasta aquí llegué inicialmente a un callejón sin salida.

 

Al principio yo no quería trasmitir ninguna información de estos versículos de la genealogía, hasta tanto no descubriera su total significado; porque de todas formas yo consideraba que al insistir mentalmente en buscar diariamente en Google las respuestas que quería encontrar, esto último ayudaría a imprimir en mi mente la fuerza de dicho deseo.

 

Es así que al publicar este artículo, pasé a la segunda fase de este proceso de investigación sobre el fragmento bíblico en que estoy abocado.

 

Ya me ha pasado en anteriores ocasiones que comenzaba a escribir un artículo, sin conocer todavía las respuestas finales que quería volcar en esos mismos post ya escritos; y sin embargo esa misma noche o al día siguiente por la mañana, ya sea por un “implante de pensamiento”, “una intuición”, algún comentario suelto que recibía de algún lector, o de una “coincidencia” que enfrentaba sobre el tema que estaba investigando, las respuestas finalmente llegaban.

 

Por lo tanto este artículo no es hasta el momento escrito para transmitir resultados, sino sólo mostrar el procedimiento que estoy empleando para llegar algún día a las respuestas pretendidas.

 

Y tal vez esto haga ver a algún lector un dato que a mí me pasa desapercibido; ya sea porque ese lector lo ve desde otra perspectiva o porque es un astrónomo y posee datos que yo no tengo ni ubico; la cuestión es que con esto dejo la puerta abierta para que esas respuestas aparezcan de cualquier lado.

 

Hay veces que estudiando otros versículos, respondo los interrogantes que me habían quedado pendientes en otros artículos. Un ejemplo de tantos es el artículo titulado, Nº 136 - “Los doscientos millones de soldados”; donde termino de entender qué significaba la expresión y sus hojas sirven de medicina para las naciones”, que había dejado pendiente en el artículo titulado Nº 123 - ”El río de la vida”.

 

En esa ocasión (un año después) cuando terminé con esa incógnita que me había planteado me dije, ¡cómo no me di cuenta antes!. Y no es que después de un año fuera más inteligente (ya lo he dicho, esto no tiene nada que ver con ser o no inteligente), tampoco que hubiera acumulado más conocimientos, es que simplemente cambié la perspectiva de mi mirada, y vi algo que siempre estuvo ahí, sólo que yo miraba para otro lado.

 

Con lo anterior quiero decir, que dentro de unos meses o días (espero que sea lo segundo) pueda expresar lo mismo y de esta manera trasmitirles no sólo respuestas, sino el modo como me paro ante cada fragmento bíblico que pretendo investigar y llegar a su traducción correcta.

 

Y un ejemplo que un artículo me permite a veces llegar a las respuestas que me planteo en otros, es este caso; ya que al investigar partes del cuerpo humano (los lóbulos cerebrales) pude terminar de descifrar quiénes eran los que subieron al Arca de Noé. Pero eso será tema del próximo artículo.

 

Apocalipsis, 1,3:

 

3- Feliz el que lea estas palabras proféticas y felices quienes las escuchen y hagan caso de este mensaje, porque el tiempo está cerca.

 

A partir de ahora y de aquí en adelante la verdad de la “Palabra” empieza a develarse, el que quiera entender que entienda.

 

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Desde Mar del Plata, Argentina, hacia todo el mundo, Walter Daniel Genga.

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