157) LEY DE LA ATRACCION - La Cruz de la habitación 512

Yo ya tenía preparada para publicar la primer parte del Arca de Noé, para mostrarles a quiénes representan en realidad esos animales; sin embargo este jueves 28 de febrero de 2013, me sucedió algo que no se los deseo a nadie y que hizo cambiar mis planes iniciales.

 

En la recopilación que subí a la web de todos mis artículos en el libro titulado “La Biblia Secretos Develados”, en la parte final del Prólogo expresé:

 

Porque la batalla final contra Satanás, ya comenzó.......el que quiera entender que entienda”

 

Y efectivamente este jueves pasado por la noche, fui víctima y testigo a la vez, de una batalla entre Dios y Satanás. Estos son los hechos que pude reconstruir entre lo que me dijo mi esposa y las heridas que quedaron en mi cuerpo:

 

Aclaración al margen: De aquí en adelante verán que iré citando y numerándolas, ciertas coincidencias, que al final de este artículo me referiré a ellas dando su significado.

 

Relato del hecho: Cerca de las 21,30 hs llego a mi casa luego de venir del médico (me dolía mucho la cabeza, sólo en la frente del lado del hemisferio derecho), estaciono el auto delante del garaje, me bajo y entro a mi casa, dejo sobre la mesa (1º coincidencia) el libro que cité más arriba, del cual había terminado de imprimir la única copia física de la misma para que me quedara como resguardo, independientemente de tener copias de seguridad en DVD y haberlo subido a dos sitios diferentes.

 

Ese libro lo traía luego de haber pasado por una librería para anillarlo, junto al mismo dejaría también mis documentos, llaves de la casa y el ticket con los $ 16 que me costó dicho anillado (2º coincidencia).

 

Salgo de la cocina al garaje para abrir el portón y a continuación entrar el auto.

 

Horas después, cerca de las 2 de la mañana del viernes 1º de abril de 2013 despierto en la cama de la habitación 512 (3º coincidencia) de la Clínica 25 de Mayo, yo tenía mi pómulo izquierdo hinchado como un tomate y sentía que me dolía por un golpe recibido y en mi mano izquierda tenía colocado un suero; a mi derecha estaba sentado mi cuñado cuidándome (mi esposa ya se había retirado para dormir un poco). Lo miro y lo primero que le pregunto es: ¿Qué pasó?

 

Y él contestó: “Te asaltaron cuando entrabas el auto”. Y a continuación pregunté por mi esposa y chicos; y él respondió: “Están bien”.

 

Inmediatamente realizaría una pregunta insólita que me vino a la cabeza (4º coincidencia): ¿Estoy soñando u hoy renunció el Papa?. “Sí”, respondió él, “hoy renunció”.

 

Ahora les narraré cómo sucedió el asalto y lo más hermoso que haya visto jamás, lo que me pasó cuando estaba esa noche en la clínica.

 

Como dije más arriba, la siguiente será una reconstrucción de lo que sucedió, ya que desde el momento en que entro el auto hasta que despierto en la clínica, sufro un shock traumático a causa de la tensión vivida, que me provocó un lapso de amnesia durante esas horas (según leí, en situaciones semejantes el cuerpo produce una cantidad enorme de adrenalina, la cual como consecuencia borra la memoria acumulada durante ese lapso temporal), y que hasta ahora sigo sin recobrar la memoria de lo que aconteció durante ese período de tiempo.

 

Nota al margen: Si bien yo poseo asegurado absolutamente todo, si hay algo que yo tengo muy claro en mi vida, es que prefiero morir antes que permitir que entren a mi vivienda y que mi familia corra el más mínimo riesgo. Así que cualquier asalto que sufro en mi vivienda estando presente mi familia, resisto hasta la muerte, a menos que Dios decida lo contrario, como en esta ocasión.

 

Hecha la anterior aclaración, continuó con el relato:

 

Entro al garaje y como todas las veces, le digo a mi esposa que cierre con llave por dentro. Esta puerta que separa al garaje de la cocina, tiene los dos paños superiores de vidrio, lo que permite la visualización del garaje.

 

Me dirijo al portón y antes de abrirlo, como lo hago día tras día, noche tras noche, sin olvidarme jamás, invoco al Arcángel San Miguel, de la siguiente manera:

 

Arcángel San Miguel protégeme, gracias, gracias y muchísimas gracias”

 

Y luego abro el portón, salgo y antes de subir al auto, hago algo que en los cuatro años que estoy viviendo en esta casa nunca había hecho, voy hasta la medianera de cada vecino y miro si detrás no hay nadie escondido (el Espíritu Santo me estaba avisando); luego subo al auto, arranco y lo entro.

 

Termino de apagar el motor y veo por el espejo retrovisor, como dos hijos de remil puta se abalanzan hacia adentro (como ya dije esto no lo recuerdo, pero tengo en mi mente como una sensación de recuerdo, donde me veo tocando la bocina desesperadamente para ponerla de sobre aviso a mi esposa, como realmente ocurrió).

 

Mientras uno de los chorros se dirige hacia mí, el otro va hacia la puerta de la cocina, donde mi esposa (que ya había visto todo) le pide a mi hijo que le alcance el celular, y a los gritos desesperada empieza a llamar a la policía al 911, mientras el chorro que está frente a ella, cara a cara, separados por la puerta, manotea el picaporte queriendo abrir la puerta.

 

Entre tanto, yo en el auto había quedado en la posición más indefensa, adentro y sentado. El chorro abre la puerta izquierda del conductor, está armado (esto se lo diría después a mi esposa), empezamos a luchar; yo trato de defenderme con mi mano izquierda; en ella me quedarán las huellas de las uñas clavadas del chorro, entre mi dedo pulgar y mi dedo índice, tanto de un lado como del otro de la mano; incluso me clavó con tanta fuerza las uñas que me sacó una pizca de carne.

 

Y a continuación cuando no pude mantener más la defensa, me dio un trompazo en el pómulo izquierdo que me noqueó, luego me arrastró hasta atrás del auto rayando el parante de la puerta trasera en su parte superior (supongo que esto lo debe de haber hecho con el arma que llevaba mientras me arrastraba).

 

Me tira al suelo quedando mi cabeza saliendo sobre el borde derecho de mi auto, lo que permitía a mi esposa verme tirado.

 

Ya en el suelo vencido, el chorro me roba el celular y me saca el dinero que tenía en los bolsillos.

 

Yo había sido la primer línea de defensa terrenal y había caído. Algunos se dirán pero cómo, no te protegía el Arcángel San Miguel, y yo estoy seguro que estoy vivo gracias a ello, pero ese día el poder de Satanás fue tan grande (la renuncia del Papa), que San Miguel fue lanzado hasta la puerta de la cocina, donde con su espada protegía mi vida, mientras que con su pecho seguía defendiendo a mi familia.

 

Y fue en ese momento, cuando mi esposa estando frente a la puerta del garaje, al mismo tiempo que estaba llamando a la policía, invoca ahora ella al Arcángel San Miguel. Supongo que esto le envió más fuerzas al Arcángel, y en ese preciso instante en que mi esposa llama a San Miguel, los dos chorros salen corriendo.

 

Mi esposa me ve tirado en el suelo, pero con la mente fría, no sale por prevención a que los ladrones estuvieran todavía afuera; sin embargo a los pocos minutos me reincorporo y cierro el portón; luego voy hacia mi esposa y le digo: ¡Están armados!.

 

No pasarían más de tres minutos que sufriría un schock de amnesia hasta que despierto como comenté más arriba, en la cama de la clínica.

 

Y ahora, antes de analizar por qué me ocurrió este asalto, voy a comentarles cuál fue esa situación hermosa que me sucedió esa madrugada que desperté en la clínica:

 

Más tarde, mientras mi cuñado dormitaba en la silla del costado y yo me despertaba de unos pequeños minutos de descanso (estaba acostado sobre la cama ortopédica con una inclinación de 30 grados, es decir en una posición semisentado), en medio de la suave penumbra, miro a mi izquierda en el placard que estaba frente a ambas camas (el mismo estaba conformado por dos puertas de madera barnizada de 2 mts de altura, con sus respectivas bauleras superiores de 40 cm de altura).

 

Lo primero que veo es el marco perimetral de hierro de color blanco y a continuación el marco interno (tanto vertical como horizontal), que dividía a ambos placares y bauleras.

 

Al principio los veo del mismo color blanco apagado que el marco perimetral, sin embargo en forma casi inmediata, dichos marcos internos empiezan a iluminarse con una luz blanca suave pero intensa, de tal forma que yo miraba el placard y veía una cruz gigante de 2,40 m de altura por 1,20 m de ancho que se iluminaba ante mis ojos.

 

Esto último no dejaría de ocurrir durante toda la noche, prácticamente no dormí, cada tanto se me caía la vista por el cansancio, levantaba nuevamente la mirada y la Cruz seguía ahí inmutable e iluminada.

 

Cada vez que miraba la Cruz lloraba en silencio (para que mi cuñado no se diera cuenta) pero desconsoladamente; eran lágrimas de una felicidad inconmensurable. Hoy cada vez que lo recuerdo, vuelvo a llorar.

 

Ahora, volvamos al hecho inicial:

 

Esa noche en mi garaje se había producido una batalla entre el bien y el mal; cuando fui atando las coincidencias me di cuenta por qué, veamos:

 

1º Coincidencia: Llevo por primera vez a mi casa, mi libro de investigación, donde voy revelando el verdadero significado de la Palabra de Dios, lo que representa un puñal en el corazón de Satanás.

 

2º Coincidencia: El costo del anillado que recién había hecho del libro es de $ 16. Recuerden que 16 representa la cantidad de horas que permanecemos de promedio despiertos por día, y que es el campo de acción de Satanás (ya lo expliqué en anteriores artículos).

 

3º Coincidencia: La habitación donde estoy es la 512, y a la mañana siguiente escucho al paciente de la cama vecina decir, que la noche anterior había salido en la quiniela el Nº 512; señal que esa habitación había sido positiva.

 

4º Coincidencia: El día que sufro el asalto, 28 de Marzo de 2013, es el día en que renuncia el Papa, debilitando por ese día el poder de Dios en la Tierra.

 

Todas estas coincidencias me hicieron ver, que lo que me sucedió esa noche trasmitía en sí un mensaje, independientemente de la inseguridad que se vive en la Argentina.

 

El mensaje era, que Satanás estaba furioso porque yo empecé a revelar los secretos que debilitan su poder.

 

Esa noche no sufrí un simple asalto, esa noche fue un ataque de Satanás mismo, una batalla entre Dios y el Diablo, donde yo simplemente fui un espectador.

 

Las pericias médicas dirán que mi mano sufrió heridas de las uñas del delincuente, pero yo sé que fueron las garras del Dragón.

 

Las pericias médicas dirán que mi pómulo izquierdo recibió un golpe fuerte de puño, pero yo sé que fue un golpe de la cola del Dragón.

 

Esa noche no fueron dos chorros, fueron dos demonios que entraron, esa noche el mismísimo Satanás quiso penetrar en mi vivienda, asomó su repugnante cara y con toda su furia me gritó su bronca y odio sobre mi cara, exclamándome:

 

¡Basta, basta, dejá de escribir!; pero yo seguramente le respondí, desde el suelo y aún vencido:

  

¡Andate a la puta que te parió!

 

Y en la clínica Cristo en forma de Cruz se me apareció para decirme:

 

¡Estoy siempre a tu lado para protegerte, seguí así!

 

Yo hubiese preferido tener una espada para luchar contra Satanás, pero Dios me entregó un lápiz, el cual todas las semanas le saco punta antes de entrar en combate.

 

La noche siguiente cuando me retiré de la clínica, me fui como un soldado recién recuperado de las heridas de batalla, con el fusil colgando del hombro.

 

Y ahora en el preciso instante en que aprieto la tecla Enter del teclado, para subir a la Web este artículo, vuelvo a desenfundar el fusil, coloco la bayoneta en la punta y voy a la carga a asestarle otra herida en el medio del corazón a Satanás, dando un grito de guerra:

 

¡Vamos CRISTO!

¡Vamos................... CARAJO!

 

Apocalipsis, 1,3:

 

3- Feliz el que lea estas palabras proféticas y felices quienes las escuchen y hagan caso de este mensaje, porque el tiempo está cerca.

 

A partir de ahora y de aquí en adelante la verdad de la “Palabra” empieza a develarse, el que quiera entender que entienda.

 

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Desde Mar del Plata, Argentina, hacia todo el mundo, Walter Daniel Genga.

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