Nota del autor: Este artículo debido a su extensión fue dividido en nueve partes, a ser publicados uno semanalmente. A continuación la Parte 3:
Ya vistas por ustedes las fotos antes y después del derrumbe, les voy a pasar a explicar qué hice esa mañana en particular:
A las 9 hs llego a mi oficina y luego barro afuera la vereda, de tal forma que antes de las 9,20 hs. ya había ingresado nuevamente para permanecer hasta el mediodía, cuando cierro como todos los sábados. Durante ese lapso viene una cliente que ya habíamos combinado que pasaría, llega cerca de las 9,30 y se retira a las 10 hs.
Y aproximadamente alrededor de las 11 hs. se produce el derrumbe. En ese momento yo me estaba desplazando dentro de mi oficina a dos metros de mi medianera propia, que sigue la línea de la medianera que se derrumbaría y a 5 mts de distancia de donde caería la pared.
Cuando el derrumbe ocurre, si bien no llegué a verlo en ese momento, inmediatamente me di cuenta que la pared de la casa vecina (la que vieron en la foto) se estaba cayendo, y a continuación suponiendo que esto podría producir un derrumbe en cadena, arrastrando la caída de esa pared también la medianera de mi edificación y con ello la losa de mi oficina, fue que corrí en dirección opuesta colocándome sobre la pared exterior de calle Maipú (mi oficina está en la esquina de la Av. Independencia y Maipú).
Nota al margen: En realidad hice algo incorrecto, porque ante un posible derrumbe y sin posibilidad de salir a la calle (ya que la única salida a la misma, era donde se estaba produciendo el desmoronamiento por Av. Independencia), lo correcto hubiera sido colocarme debajo del escritorio.
Sin embargo ese derrumbe en cadena no se produjo, ya que mi construcción que data del año 1936 era anterior a la casa lindante y la medianera que se vino abajo por la presión del hormigón, se había levantado a continuación de la medianera de mi oficina y habían anclado la pared más nueva a la más vieja, cada 50 cm con dos ladrillos. Por lo tanto al caerse la pared, sólo se fueron quebrando esos pares de ladrillos, sin influir en mi medianera.
Ahora bien, la pregunta sería, ¿Corrí en realidad peligro esa mañana?. Albert Einstein hubiera dicho, “todo es relativo”.
Ese día la muerte paso cerca mío, según como se lo mire, a una hora y media de tiempo después de haber pasado por la zona del derrumbe, o a cinco metros de distancia de donde yo estaba en ese momento. Pero que la muerte haya pasado cerca, no quiere decir que yo estuve cerca de ella.
Cuando yo me di cuenta que ese derrumbe no había sido una simple casualidad, dirigiéndome a Satanás, le dije: ¿Qué te pasó hijo de puta, se te mojó la pólvora?
Por las pruebas que a continuación citaré, esa mañana Satanás quiso eliminarme, pero por la protección que Dios me brindó, en el momento que el desgraciado apretó el gatillo, Dios lo hizo trastabillar errando en su objetivo.
Ahora el que lee esto podrá decir con toda razón: ¿Pero este pelotudo quién se cree qué es; por qué las personas que pasan cerca de otro derrumbe no son necesariamente atacadas por Satanás? y en mi caso yo digo que sí.
Con esto no me quiero poner en el papel de un héroe, porque no lo soy, pero sí soy el boludo que puso el dedo en la yaga, donde a Satanás más le duele y cada vez que interpreto correctamente un versículo de la Biblia, el reventado grita con toda su furia y dolor.
Entonces las pruebas a que hago mención más arriba, son las preguntas que después del derrumbe me hice esa mañana:
¿Qué fue lo que hice los días anteriores que motivaron la furia de Satanás?
Esta pregunta tiene dos respuestas o causas distintas. La primera sale del mismo derrumbe:
Hacia dos o tres días yo había terminado de realizar la interpretación de las 10 plagas de Egipto, donde la plaga más significativa había sido la séptima, la del granizo y donde en relación a dicha plaga, expresé con otras palabras:
¡Cada uno de nosotros nos constituimos en el granizo gigante que envía Dios, para aplastar a Satanás!
Nota al margen: Inicialmente en el artículo respectivo, respecto a la plaga del granizo, expresé que esta estaba constituida por un solo granizo; pero ello es sólo una verdad a medias, ya que la plaga total es la sumatoria de todas las piedras de granizo que caen de cada útero; es decir, cada nacimiento multiplicado por miles.
Por lo tanto estando fresca la definición de granizo (como plaga de Dios) en mi mente, me di cuenta inmediatamente, que Satanás quiso aplastarme con esas siete toneladas de escombros, de la misma forma que Dios lo ataca diariamente a él.
Sin embargo yo me decía ¿qué fue realmente lo que hice últimamente que hizo calentar a Satanás?. Porque si bien había terminado la semana anterior con la interpretación de las 10 plagas de Egipto, la que tenía relación inmediata con el derrumbe (el granizo) la había realizado varias semanas atrás.
Y la respuesta estaba en un párrafo que venía repitiendo en cada artículo, durante más de cinco años y que justamente en el último artículo había cambiado.
El párrafo que siempre colocaba era:
Desde Mar del Plata, Argentina, hacia todo el mundo, Walter Daniel Genga.
Y esa última semana lo había reemplazado por la frase:
Desde “la playa de las arenas argentadas”, hacia todo el mundo, Walter Daniel Genga.
Como pueden apreciar, mi intención fue cambiar unas palabras pero no el sentido que estas trasmitían; es decir, adrede dejé asentado que “la playa de las arenas argentadas” estaba representando a Mar del Plata.
Ahora esto último no fue un invento coloquial de mi parte, fue literalmente citar una profecía subliminalmente, por ello que esa frase la indiqué tanto ahora como en ese momento, entre comillas.
¿Por qué digo que hice mención a esa profecía subliminalmente?. Porque mi intención inicial era cambiar ese párrafo por única vez, para que a quien le picase la curiosidad, investigase por su propia iniciativa a qué persona le pertenecía la frase:
“la playa de las arenas argentadas”
Bien, pasó exactamente un mes de ello y ahora sí comenzaré a citar de qué profecía forma parte dicha expresión.
Ahora ustedes se preguntarán, ¿Por qué lo hago público cuando mi intención inicial no lo era?. Porque en ese momento si bien sabía que esa profecía correspondía a la segunda venida de Cristo y que la misma se producía en Argentina, no podía todavía definir a qué persona correspondía la profecía cuando se refería a un testigo privilegiado.
Y si bien sabía que yo no era esa persona, más de uno podría haber pensado que se me subieron los humos a la cabeza y al citar esa profecía podrían pensar que yo me estaba autorreferenciando, poniéndome en un pedestal que no estuve, no estoy y jamás estaré.
Pero ese sábado del derrumbe, al darme cuenta que ese párrafo que había escrito, era el causante de la furia de Satanás, entonces me dije: ¡Así que no te gustó!, jodete ahora lo voy a explicar en toda su extensión.
Pero al profundizar dicha profecía, analizándola una y otra vez, pude descifrar a mi entender, quién era esa persona que yo la denomino un testigo privilegiado, desapareciendo ese juzgamiento erróneo que algunos podrían hacer, poniéndome en el lugar equivocado; porque si hay algo claro yo que tengo, es que toda esta investigación que Dios me está permitiendo realizar, tiene que ver en parte, por lo ocurrido en la noche que tendría que haber muerto (Ver el artículo titulado “Nº 176- El Milagro”) y por otro lado porque Dios no eligió para ese merecimiento, a algún empresario exitoso, sino a un simple boludo del montón.
Nota del autor: Este artículo por su extensión continuará la próxima semana.............
Apocalipsis, 1,3:
3- Feliz el que lea estas palabras proféticas y felices quienes las escuchen y hagan caso de este mensaje, porque el tiempo está cerca.
A partir de ahora y de aquí en adelante la verdad de la “Palabra” empieza a develarse, el que quiera entender que entienda.
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Desde “la playa de las arenas argentadas”, hacia todo el mundo, Walter Daniel Genga.
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